Mundo Opinión

¿Estamos solos en el Universo?

Definitivamente NO! La lógica (*) así lo plantea. (*) Método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión…

Definitivamente NO! La lógica (*) así lo plantea.

(*) Método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión de los hechos se manifiestan o se desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre ellas

Se encuentra demostrado -por la observación de la vida- que todo tiene una contraparte.

La luz y la oscuridad, lo alto y lo bajo, lo ancho y lo angosto, el calor y el frío, lo bueno y lo malo, y finalmente, la vida y la muerte…

La estructura básica de la creación plantea la realidad (o necesidad) de tener una contraparte, o sea dos elementos definitivamente contrapuestos y contrastantes.

“Si existe en el universo un planeta habitado por lo que definimos como seres humanos DEBE existir una contraparte en algún universo que tenga seres similares en su composición pero totalmente diferentes y contrapuestos a los terrestres. Son lo que denominamos habitualmente como extraterrestres. Fuera de la tierra, pero dentro de los Universos” Francisco Santelices.

Importantes académicos de la Universidad de Oxford concluyen que… probablemente, estaríamos solos…

“¿Donde están?” Es la pregunta que planteó a sus colegas el célebre físico Enrico Fermi cuando trabajaba en el Laboratorio Nacional de Los Alamos en Estados Unidos en 1950.

Fermi hablaba sobre la existencia de otras civilizaciones inteligentes y la aparente contradicción entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones inteligentes en el universo observable, y la ausencia de evidencia de esas civilizaciones.

Sólo en la Vía Láctea la estimación más baja indica que hay cerca de 100 mil millones de estrellas.

Dada la cantidad de estrellas en el Universo, muchas rodeadas de planetas, y la gran multitud de sitios posibles, ¿por qué no se han detectado señales de vida inteligente más allá de nuestro planeta?

La paradoja de Fermi apunta la aparente contradicción entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones inteligentes y la ausencia de evidencia de esas civilizaciones.

Si existen miles de millones de posibilidades de que haya civilizaciones inteligentes, ¿por qué ninguna ha buscado contactarse?

Esa disparidad, que se conoce como la paradoja de Fermi, fue ahora reevaluada por tres académicos de la Universidad de Oxford.

Y en su estudio, titulado “Disolver la paradoja de Fermi”, aseguran que lo más probable es que la humanidad “se encuentre sola en el Universo”.

Ecuación

Los tres autores del estudio son Anders Sandberg, investigador del Instituto sobre el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, el ingeniero Eric Drexler, quien popularizó el concepto de nanotecnología, y Tod Ord, profesor de filosofía en el mismo centro académico.

El nuevo estudio analiza una de las bases matemáticas de la paradoja de Fermi, la llamada ecuación de Drake, propuesta por el astrónomo Frank Drake en la década de 1960.

La ecuación fue concebida para estimar el número de civilizaciones detectables en la Vía Láctea y multiplica siete variables.

Dos de ellas, por ejemplo, son N, el número de civilizaciones en la Vía Láctea cuyas emisiones electromagnéticas se puede detectar, y fp, la fracción de estrellas con sistemas planetarios.

Los tres académicos de Oxford presentaron una versión actualizada de la ecuación de Drake que incorpora “una distribución más realista de la incertidumbre”.

Solos

La ecuación de Drake ha sido usada en el pasado para demostrar que la cantidad de sitios posibles donde podría haber vida debería producir un gran número de civilizaciones.

Pero estas aplicaciones asumen “certeza con respecto a parámetros altamente inciertos”, señalan los autores del estudio.

“Examinamos estos parámetros, incorporando modelos de transiciones químicas y genéticas en los caminos hacia el origen de la vida, y mostramos que el conocimiento científico existente corresponde a incertidumbres que abarcan múltiples órdenes de magnitud. Esto hace una gran diferencia”, agregan Sandberg y sus colegas. Anders Sandberg en la foto.

La revisión de la ecuación con distribuciones más realistas de incertidumbre condujo a los autores a concluir que “hay un 39% a 85% de probabilidad de que los seres humanos estén solos en el universo”.

“Encontramos una probabilidad sustancial de que no haya otra vida inteligente en nuestro universo observable y por lo tanto que no debería haber sorpresa cuando no detectamos ningún signo de eso”, afirman los autores.

La mayor incertidumbre “nos lleva a concluir que hay una probabilidad bastante alta de que estamos solos”.

Inteligencia extraterrestre

Los autores del estudio no creen, sin embargo, que los científicos deban desistir en la búsqueda de inteligencia extraterretre o SETI por sus siglas en inglés.

“No estamos mostrando que SETI sea inútil. Todo lo contrario”, aclaró Sandberg.

“El nivel de incertidumbre que debemos reducir es tremendo y la astrobiología y SETI pueden jugar un papel importante en disminuir la incertidumbre de algunos parámetros”.

No hay respuestas simples a la paradoja de Fermi.

Si a pesar de su baja probabilidad, se detecta en un futuro vida inteligente, Sandberg asegura que “no deberíamos sorprendernos demasiado”.

“Wow!”, la misteriosa señal espacial que recibieron los astrónomos hace 40 años y que todavía no saben de dónde provino

Cerca de la medianoche del 15 de agosto de 1977, un telescopio conocido como The Big Ear (La gran oreja) captó una señal espacial extraña.

Fue una onda que duró 72 segundos y que marcó un pico de intensidad 30 veces más fuerte que los sonidos normalmente emitidos por el universo.

La mañana siguiente, el radioastrónomo Jerry Ehman detectó esta señal al revisar los reportes emitidos por la computadora del telescopio, operado por la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos.

Se trataba de una onda electromagnética o de radio representada por el código 6EQUJ5.

La computadora del telescopio usaba los números del 0 al 9 para representar las ondas de frecuencias bajas y las letras de la A la Z para las más altas, todas medidas en megahercios (MHz).

Es decir, la presencia de la letra U en el código significaba que la señal había alcanzado una de las frecuencias más altas de la escala de medida de las ondas electromagnéticas.

Ante la sorpresa, Ehman escribió “Wow!” (¡guau! en español), con tinta roja, al lado de la combinación de seis números y letras.

Desde entonces, la onda fue conocida por los astrónomos como la señal “Wow!”

MetroNewsweek

BBC Mundo

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